Aunque parezca a ratos lúdica, esta exposición -donde la seriedad y la sonrisa no andan reñidas- nos propone una lúcida reflexión acerca del afán de posteridad. Retratos de perfectos desconocidos que atraviesan los siglos alternan con espejos o con ostentosos marcos vacíos. También es, claro, una ocasión para disfrutar de una estupenda muestra de retratos. Caben muchas perspectivas.
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