Como sabemos, la necesidad de expresar vivencias o sentimientos es propia del ser humano. Me interesa el trabajo que lo ensalza, lo perciba en catedrales o en una simple silla; el paisaje que respira; el objeto que lo honra; el lugar donde reside o el techo que lo cubre.
“Dejando Huella”, título de esta exposición, donde se muestra una selección de grabados realizados con distintos procedimientos de técnicas calcográficas, fruto de unos 40 años, es como un juego de palabras: La huella de la plancha grabada que deja su impronta sobre el papel al ser sometidos a la presión del tórculo en cada estampación; la que uno deja a lo largo de la vida en los demás o la que se produce cuando alguien se fija especialmente en tu obra…
Uno se emociona con esas escenas que algunas veces nombro como “Retazos de Tiempo Iluminado”, y, como el diapasón vierte la nota al pentagrama, esa luz forma en el color la otra melodía.
Cada obra es como un paso a paso cuya huella me mostrará un poco en cada imagen. Mientras, sigo disfrutando de la alquimia del grabado en las improntas nacidas de cada surco, y en cada bruñido se abre una ventana de nuevas luces.
Daniel Gil Martín
Deje un comentario