Chiclana, que desde el inicio de la edad moderna se había convertido en destino de ocio, descanso y recreo, llegó a ser -y aún lo sigue siendo- residencia de las clases acomodadas de las localidades próximas.
Entre los atractivos que, para este tipo de visitantes, contaba la ciudad, hay que destacar el de las aguas termales que tanta fama le dieron. Dos balnearios construidos junto a sus manantiales de aguas sulfurosas y curativas -el de Fuenteamarga, creado en 1803, y el de Brake, en 1826- sirvieron de reclamo, haciendo que hasta Chiclana llegaran personas procedentes de bien lejos.
Chiclana empezaba a ser algo más que una tierra que vivía, o sobrevivía, del campo y, con esos aires que de la mano de los viajeros o visitantes llegaba, algunos pudieron aspirar a otro tipo de vida y dieron, en consecuencia otro tipo de fruto. De ello quiere hacerse eco este espacio recordando las figuras de Chiclaneros ilustres del XIX, algunos de los cuales pisan levemente el siglo XX: el pintor Gessa Arias -“el pintor de las flores”- que se encuentra bien representado en la sala (dibujo, acuarela, óleo), Francisco Montes “Paquiro” (padre de la Tauromaquia) y Antonio García Gutiérrez (poeta, autor teatral, académico de la lengua y director del Museo Arqueológico Nacional), entre otros. Personajes que empezaban a evidenciar que había otra Chiclana posible... o con más posibilidades.
Retratos de otros ilustres chiclaneros (Magistral Cabrera) o ilustres visitantes (Frasquita Larrea) completan esta galería que se extiende a lo largo de las salas dedicadas al siglo XIX y a los albores del XX.