Las réplicas de unas estatuillas que representan a Melkart, divinidad fenicia vinculada al comercio, nos introducen en el Mundo de la Antigüedad.
Los fenicios, que llegaron al sur de la península Ibérica entre los siglos VIII y IX a.C, fundaron, según fuentes clásicas, el templo de Melkart en las proximidades del Islote de Sancti Petri y, siguiendo el curso del río Iro, penetraron hacia el interior del territorio, donde construyeron una ciudadela amurallada, en el cerro de El Castillo*, cuyos vestigios aún se conservan. Este yacimiento, por los elementos construidos que lo componen, así como por los ajuares domésticos o los restos industriales recuperados , tiene una especial importancia a la hora de explicar la colonización de nuestras costas y el intercambio cultural entre tartesios y fenicios.
Siendo el comercio actividad relevante entre los fenicios, es lógico deducir que buscaban en sus viajes zonas ya habitadas. De este encuentro comercial, que fue a la vez encuentro o intercambio cultural -más allá del trueque de productos-, da buena muestra la cerámica oriunda expuesta en diálogo con la genuinamente fenicia o la estatuilla del Hércules-Melkart que, introduciéndonos en el mundo romano, nos habla, una vez más del encuentro cultural entre los pueblos.
En la Antigüedad Clásica, aparece aquí presente a través de una amplia selección de piezas que nos hablan de la industria (salazones), comercio (ánforas, monedas,...), de la vida cotidiana (platos, lucernas,..) o de los ritos funerarios (lápida, ungüentarios, restos de ajuares,...) en Roma; una Roma que, aprovechando las vías más rápidas, más baratas y más seguras del mar, incluye, aunque a veces se nos olvide, el norte de África, como el pecio de ánforas africanas bien ilustra. El mar, por tanto, visto como puente entre los pueblos y no como frontera entre ellos.
*Usual entres los fenicios ubicar su colonias en promontorios o “cabezos” próximos a la desembocadura de los ríos.