El hecho de que Antonio Benítez residiera en Madrid -donde produjo la mayor parte de su obra, la más madura, y donde ésta encontró acomodo y proyección- desde 1978 explica, en parte, la escasa presencia de su obra entre nosotros.
Tras la presentación mencionada de su bronce “Baco”, mostramos, por primera vez, uno de los hallazgos que, desde hace un tiempo, forma parte de la Colección del Museo: una serie de seis grabados al barniz blando y unos poemas suyos litografiados que, bajo el título general “La luz en el amor… Las sombras del olvido”, vieron la luz en una muy limitada edición -tirada de sólo 60 ejemplares- en 1992, edición que incluía, además, la grabación de estos poemas recitados por su autor.
Esta obra, de carácter mixto, da cuenta de la personalidad diversa y rica de este artista, también poeta y excelente rapsoda. Hombre del Renacimiento, que le gustaba de sí mismo. Poeta en el amplio sentido de la palabra originaria: un poeta que pinta, un poeta que esculpe, un poeta que escribe, como recoge el texto de presentación de esta cuidada edición. Un creador.
Su obra, expuestas en relevantes galerías y espacios públicos diversos, está presente en numerosas y selectas colecciones particulares de España, Alemania, Argentina, Colombia, Dinamarca, Estados Unidos, Francia, Inglaterra, México, Portugal, Suiza y Venezuela.
Desde el Museo de Chiclana se quiere rendir así homenaje a este artista y también a la persona: a su alegría de vivir, a su generosidad y a esa manera suya de ser embajador de Chiclana siempre cada vez quie la ocasión se prestaba a ello.
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